Underboss. 1


Aquel día el sonido de las sirenas virtuales de los coches patrulla era ensordecedor. Mezclado con la penumbra que producen los últimos rayos de artisol (sol artificial, powered by Globex) al chocar contra los altos edificios y los vehículos que surcan las calles a 300 metros de altura, creaba una sensación de inquietud que a Clive no le gustaba. No le permitía disfrutar de su ramen con tranquilidad.

Desde que la 4ª ciberguerra mundial acabó, miles de inmigrantes de la república de Banrai (antiguas China y Japón) invadieron las calles de Nuevos Ángeles (antigua Los Ángeles).

Perdona que esté escribiendo continuas referencias al lejano siglo XXI, pero por desgracia las leyes de educación virtual son un desastre y la gran mayoría de los droides (casi el 45% de la población mundial) no tienen historia anterior al siglo XXXVI (actualmente nos encontramos en el siglo XLII) cargados en su unidad física.

Como decía, el alboroto que formaban los coches patrulla en la creciente oscuridad no le entusiasmaba a Clive, es más, le provocaba ansias de huir a toda prisa. Es lo que tiene su profesión, la policía y el no son compatibles. Sacó un billete de dos trips y salió del tenderete Banriés sin preocuparse por el cambio. Una vez en la calle, comenzó a andar calle abajo, dirigiéndose al complejo de apartamentos en el que residía. Hace poco que tuvo que mudarse ya que su anterior apartamento saltó por los aires mientras el realizaba uno de sus trabajitos.

La única preocupación que ocupaba la mente de Clive en aquel momento era llegar al piso sin que los droides policía de la NADPD (Departamento de Policía Droide de Nuevos Ángeles) lo detectaran, o sin que alguno de los habitantes del barrio se percataran del arma bláster que mantenía bien aferrada dentro del bolsillo de su chaqueta.
Veintiuno, veintitrés y veinticinco.  Podía considerarse a salvo. Había llegado al portal de su bloque.
Se dirigió hacia el ascensor holográfico no sin antes cerciorarse de que la calle seguía despejada, sin rastro de droides u otros individuos menos recomendables.

Felicia reposaba tranquilamente sobre el sofá del salón, contemplando la maraña de coches que sobrevolaban el bloque de apartamentos en hora punta, mientras Clive entraba resoplando en el piso, dejando sus llaves en el aparador de la entrada.
La gata dejó de lado su interés por el tráfico nocturno y echó a correr en busca de los mimos de su amo, pero éste no prestó la menor atención al animal y se dirigió al cuarto de baño. Vendarse la mano, destrozada por decenas de puñetazos descargados con ferocidad sobre un duro cráneo, era un ritual bastante frecuente últimamente.
Como podrás ir imaginando, Clive no era repartidor de pastillas alimenticias Beauty Molly, ni camarero, abogado, taxista, peluquero, profesor… Clive trabajaba para la familia Mazzini, una de las asociaciones de crimen organizado de Nuevos Ángeles.

Quizás estés pensando: “Pero mafia, en el siglo tropecientos mil… ¿Cómo es posible?”

Pues sí. La policía del estado de Nueva York consiguió desmantelar a la última familia mafiosa de los Estados Unidos de Norte y Sur América, la familia Mazzini. Sin embargo, varios miembros de la misma, lograron huir hacia el Oeste, a la antigua California, donde establecieron una nueva base donde emprender sus ilícitas actividades. Los Ángeles.
La familia Mazzini ha logrado sobrevivir hasta el siglo XLII mientras que otras familias de origen italiano, orientas y europeo nacieron, crecieron y desaparecieron e lo largo de los siglos. 

Actualmente en la ciudad de Nuevos Ángeles hay otras tres familias mafiosas:
La familia Shin-Ken, procedente de Banrai, dedicada al mundo de la prostitución, el juego ilegal y la exportación ilegal de productos humanos a otros planetas.
La familia Tenpao, procedentes de la perecedera y poderosa Tailandia, famosa por ser una de las familias más poderosas y violentas, ya que controlan la industria armamentística, varias corporaciones de mercenarios y parte de los sindicatos de los astilleros interestelares.
Bexin-14, originaria de Eurasia, cuenta con una gran colonia de Prixanos (habitantes del planeta Prixan, de la galaxia NGC 4414) entre sus hombres, famosos por ser una de las razas cuya población es drogadicta desde el momento en que nacen, y controlan el narcotráfico sintético y la trata de esclavas destinadas a la prostitución (de la que se beneficia la familia Shin-Ken).

De las cuatro familias, la más poderosa es la familia Mazzini. No por casualidad ha sobrevivido 21 siglos a guerras mundiales (3ª y 4ª), invasiones y plagas cibernéticas.
La familia tiene como principal actividad la extorsión a las demás familias, además del control de gran parte del gobierno del país, los puertos espaciales y el contrabando de información en la galaxia.

Clive trabajaba para la familia Mazzini, exactamente para el hijo de Don Piero Mazzini, el joven Vincenzo. Vinnie era el mayor de dos hermanos y el más que probable heredero del imperio familiar, muy a pesar de su hermano Beppo. Ambos ostentaban el rango de caporegimes o capos.
Clive comenzó a trabajar para Vinnie hace 16 años. Aún recuerda la tarde en que iba paseando por Sunset Benraitown con su mujer Carrie, con la que hacía tres semanas que se había casado, cuando un grupo de chicos orientales armados cruzó la calle, corriendo y disparando contra la multitud, huyendo de los droides policía. Aquella tarde murieron treinta y dos personas y entre ellas estaba Carrie. Su dulce Carrie. La imagen de su mujer tirada en el suelo, desangrándose, aún le atormenta en algunas noches de borrachera.
A la semana siguiente al asesinato de su mujer, Clive se dirigió a la Sexta Manzana, cuartel general del Capo Vinnie Mazzini, y a los dos días, el grupo de siete chavales amarillos estaba flotando bocabajo en la depuradora de aguas residuales de la ciudad.
-Algún día, y puede que ese día nunca llegue, te pediré que hagas algo por mí. Hasta entonces, considera esto como un regalo.- dijo seriamente Vinnie, estrechando fuertemente la mano de Clive.
Y un día, alguien llamó a la puerta.