Luna sangrienta

Estás tan cerca y a la vez tan lejos... a veces parece que tu presencia eclipsa todo a tu alrededor. La brisa parece albergar tu olor, transportándome hacia un maravilloso lugar, lejos del estrés y de la monotonía. Tu pelo, el brillo de tus labios, tus ojos, tu personalidad, me separan de todo ese mal que siembro. Desearía que algo fuerte pudiera crecer entre nosotros, que fuéramos tan solo uno, para siempre.
Hacía tanto que no sentía cosas así...
Mis demonios han estado conquistando palmo a palmo mi interior, llenándome de ira y rabia desde que era un crío. Por dentro no soy más que dolor, angustia, pánico, odio... tantas cosas que no se ni por donde empezar.
Pero ahí estás tu, calmando esos instintos salvajes que me acosan continuamente. No puedo evitar ser lo que soy, sin embargo tu consigues calmarme, sacarme de esa espiral de muerte y destrucción que cada noche de luna llena, me transforma es una bestia sedienta de carne y sangre humana.
Esta noche la luna me está esperando, la cacería comienza.

El Conde Chusk, y la maldición del "Bastardo Parlante"

Capítulo 1: El Valle del Thiedrar.

Había una vez, un profundo y hermoso valle, rodeado de frondosos bosques. Los más supersticiosos aseguraban que estaban encantados, y que en su interior moraban criaturas espeluznantes y sobrenaturales. Pero también hay que decir que a los pueblerinos les encantaba emborracharse con cerveza e hidromiel.
El pueblecito que ocupaba el fondo del valle, era atravesado por un pequeño río de aguas cristalinas.
La principal ocupación del pueblo era la agricultura, con la que abastecen a las tropas del Conde Chusk, que poseía una gran fortaleza en lo alto de una colina al norte del valle.

El Conde era el administrador de las arcas reales, y se valía de sus conocimientos contables para hacerse con parte de las recaudaciones para costear sus propios asuntos. La reina Aracelia conocía estas prácticas, pero el Conde era primo de su marido, por lo que nunca tomaba medidas contra el condado.
El Conde era bastante impopular entre sus vasallos, pues siempre que visitaba el valle para vigilar las recaudaciones, daba interminables discursos que adormecían a los habitantes durante horas.

Sin embargo, en el valle también había una pequeña universidad arcana en la que aprendices de brujos estudiaban las artes mágicas. El Conde también era muy impopular entre ellos, pues la universidad cada vez tenía más problemas para afrontar los pagos al condado, con lo que la amenaza de clausurar la universidad era constante.
Tanta aversión sentían los brujos por el Conde, que estaban planeando asaltar la fortaleza, y expulsar de allí al "Bastardo Parlante", nombre por el que se conocía al Conde dentro de la universidad.
La guerra estaba a punto de comenzar.

Continuará...

Charlotte, la oportuna.

Charlotte no sabe qué más decir, qué más hacer ni qué más pensar. Es una prisionera, prisionera de un edificio en llamas, un edificio que se viene abajo.
Vaya mal momento para irse a meter en un edificio a punto de ser incendiado.
Siente como se desangra, como los cristales de las ventanas que estallan por el calor, cercenando sus carnes, sus venas , su piel. Su blanca y lisa piel.
Su corazón late con tanta violencia que sabe que pronto explotará. La hemorragia es inevitable.
Nota la presión en su cráneo. Su cerebro no soportará mucho más.
Con lo lista que era ella... una lástima, un desperdicio.
Los trozos del viejo tejado comienzan a caer, dejando entrar en el edificio la tormenta que sacude el exterior.
Ahora Charlotte puede ver como las llamas que consumen su cuerpo, se combinan con la furia de la lluvia torrencial.
El cuerpo cae, se deshace. En el suelo puede apreciarse algo aún, algo característico de Charlotte. Una mueca de dolor. Eso es todo lo que queda de ella.
Adiós Charlotte, que tengas un buen día.

Apocalipsis

A cada lado de esta calle, cientos de rascacielos en ruinas, forman infinitos muros, mientras el temporal de lluvia ácida azota a los pocos hombres, mujeres y niños supervivientes. Personas sin vida ni voluntad, sin color en su desnutrido cuerpo que se agolpan en los escombros buscando algo que llevarse a la boca. Ni siquiera tienen fuerzas para intentar practicar el canibalismo, propio de la primera fase de la post-guerra, y que dejó miles de cuerpos mutilados en las calles.
Aún pueden verse los cráteres que dejaron las bombas, los impactos de las balas en las paredes, y todavía quedan calles en las que el suelo guarda un tono rojizo,característico de la sangre derramada por el ejército de Estados Unidos de Eurasia.
Recuerdo bien la noche en que las sirenas de alarma rompían el silencio de la noche, mientras oleadas de bombarderos descargaban sobre los edificios. Daños colaterales.

La noche comienza a descender poco a poco sobre la ciudad, inundando de oscuridad las ruinas de lo que fue una próspera urbe rebosante de actividad.
Lo que antes era el distrito financiero, es hoy una colmena ruinosa donde se esconden abominaciones creadas por las bombas nucleares, acechando a los supervivientes entre las sombras.
Aquí no hay héroes que vencerán al mal, ni príncipes que rescatarán a una princesa, ni nada parecido, sacado de un cuento infantil.
Debo dejar de escribir por hoy esta crónica del apocalipsis, ya que puedo oir como los mutantes salen de sus madrigueras, chillando, hambrientos.
He de buscar un lugar seguro.

Recuerdos

Leerlo escuchando ésta canción:

En plena noche, arropado bajo una sólida oscuridad, amparado en la débil luz de una vela, escribo todas aquellos momentos que viví junto a ti.
Recuerdo el día que te vi por primera vez, cómo me sonreíste al pasar a mi lado, cómo tu aroma me hipnotizó, cómo tus labios brillaban a la luz del sol.
Recuerdo aquellos besos bajo la lluvia de invierno. Besos eternos que hacían estremecerse cada centímetro de mi piel, besos que nos elevaban hacia el infinito, sin atender a miradas de extraños y desconocidos.
Recuerdo aquellos paseos cogidos de la mano, en las cálidas tardes de primavera, viendo a los niños jugar en el parque, mientras nosotros soñábamos con nuestro futuro, siempre juntos.
Recuerdo cómo acariciabas mi piel, con tus suaves y fragantes dedos, en aquellas noches de verano, a la orilla del río, observando como las estrellas y la luna nos protegían.
Hecho tanto de menos aquellas palabras de amor que me susurrabas al oído, que cada día me atormentan y me persiguen, desgarrándome por dentro.
Escribo éstas líneas con ira y rabia, sentado a los pies de tu lápida, viendo caer cada una de mis lágrimas en esta tierra negra.
Siento tanto haber acabado con tu vida...pero no sufras más, ya he cargado ésta pistola, ya camino hacia ti.

Llega la primavera

Un chico solo en casa, está preparándose la comida, unos espagueti a la carbonara. Afuera comienzan a revolotear los primeros mosquitos, mientras la temperatura no deja de ascender. Una ligera brisa mece suavemente las hojas de los avellanos y los chopos, brillantes bajo la luz del cálido sol. Un gato se pasea tranquilamente por el jardín de la Señora Ana, repleto de rosales y hortensias recién florecidas.
Algo le llama la atención. La tierra está removida, como si hubieran enterrado algo. El gato comienza a escarbar la húmeda tierra, comienza a asomar algo parecido a un trozo de carne. Es un dedo. El gato lo lame, sigue escarbando, sacando a la luz una mano pálida y sucia, con magulladuras. En su muñeca, una bonita pulsera de oro. La cadena de oro que la Señora Ana solía lucir cada mañana cuando iba a comprar.
Es un extraño suceso en el tranquilo pueblecito del idílico valle.
¿Quién habrá cometido tan terrible crimen?