Ilusión

Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once y doce.
La gente comienza a ponerse en pie dando gritos histéricos de emoción, mientras otras personas comienzan a descorchar botellas de champán, cava y sidra. Decenas de abrazos y besos inundan los salones de cada una de las casas de la ciudad. Qué emoción.
Fuera, el apabullante frío invernal no impide a la gente dirigirse con alegría y ruido a todos los locales que comienzan a proporcionar horas y horas de música, alcohol, drogas y demás desfases a un precio realmente asequible, hasta que sea hora de irse a la cama con una resaca de proporciones gigantescas.

Un nuevo año entra y todo el mundo cierra los ojos exactamente a las 00:00.
"Yo deseo encontrar al alguien que me quiera de verdad", "yo quiero ascender en mi trabajo", "yo quiero poder comprar un coche más grande y potente que el de mi vecino", "yo quiero bla, bla, bla".
Además, todo el mundo se propone cientos de nuevos propósitos: estudiar más, dejar de fumar, ir al gimnasio, pasar más tiempo con la gente importante, etc. Mil cosas que durante el resto del año, con el pretexto de que no tienen tiempo, no llevarán a cabo.

Cada navidad lo mismo, exactamente lo mismo. Estas fechas pasan de ser la ilusión de todo un año, las dos semanas favoritas de cualquier niño, a ser unas fechas en las que por más gente que te rodee, estás solo. Solo con tus pensamientos que no dejan de taladrarte el cerebro a todas horas, recorriendo cada centímetro de tu persona impidiendo disfrutar de lo afortunado que eres. Pero en fin, la cena está preparada. Feliz navidad.

A cuatro horas en avión, Yusuf contempla con los ojos empañados por las lágrimas los restos incendiados de lo que hasta hace tres minutos era su humilde casa. Trozos de carne y escombros por todas partes.
Sus padres, sus hermanos y sus abuelos estaban dentro cuando las sirenas comenzaron a sonar y el silbido de las bombas precedieron a las explosiones que iluminaban la estrellada noche en las afueras de Al-Fallüya. Todo aquello no estaba previsto, deberá incluirse en la lista de daños colaterales.

Al otro extremo del mundo, miles de personas siguen durmiendo a la intemperie mientras el cólera arrasa cada metro cuadrado de Puerto Príncipe en Haití, aunque se ha cumplido con creces con las ayudas recibidas: 34 médicos, 7 hospitales de campaña y 56 enfermeros. Todo un récord de buena voluntad.

Lo mejor de todo es cuando alguien te pregunta: ¿No es maravillosa la ilusión que se vive en estos días?. 
-Señor, la ilusión hace años que me hizo un corte de mangas antes de marcharse para siempre.

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