La ira de los monos

-El corazón ya no puede más y comienza a desintegrarse.- Comenzó a explicar el Señor Staunton, jefe de medicina de St. Bartholomew's Hospital.- Se diluye poco a poco entre los agujeros que lo atraviesan, desangrándole cada día más.
-En un primer momento creímos que podría tratarse de una afección cardiovascular, producida por un constante estrés, algún tipo de alteración hormonal o incluso un trastorno genético. Pero ninguna de estas causas provocó el fallo vital.

Entonces todos y cada uno de los periodistas de la sala dejaron de anotar frenéticamente el parte médico en sus libretas, y tras unas retorcidas risotadas, se quedaron atónitos ante lo que los médicos tenían custodiado en la urna de cristal, tapada con la tela de terciopelo carmesí.

-He aquí, señores y señoras, el mayor hallazgo científico de las últimas décadas. La síntesis emocional de un sentimiento en estado puro.- Masculló el Señor Staunton al retirar la tela de la urna.- El amor.

Un profundo murmullo de asombro invadió la oscura sala de prensa del hospital más antiguo de Londres, seguido de un sin fin de deslumbrantes flashes de cámaras fotográficas.

Un precioso halo carmesí rodeaba el sentimiento. Aquello era indescriptible. Era similar a una explosión pirotécnica en constante cambio. Emanaba de aquella urna una cálida sensación, de tranquilidad, de paz.

-Señores, al fin podremos descubrir la esencia de aquél sentimiento por el que los hombres viven, he irremediablemente, mueren- Dijo el Sr. Staunton.-Tanto sufrimiento se ha causado en el mundo por algo tan efímero como este sentimiento…

El doctor Staunton se quedó callado súbitamente, como si un rayo le hubiera golpeado la cabeza, contemplando con ojos muy abiertos la urna.
La síntesis comenzó a palpitar y a emitir un ligero zumbido, y en un momento, la sala entera se puso de pie para poder observarla.
Decenas de periodistas se agolpaban alrededor de la urna, intentando mirar más de cerca, con los ojos desorbitados.

Había una tensión muy fuerte en la sala, un ambiente muy cargado, lleno de violencia y de avaricia.
Y de repente, todos los presentes estallaron en un mar de golpes y gritos enrabiados, intentando apoderarse de la urna, puños que golpeaban caras, patadas en los costados, sangre que salpicaba el suelo, cuerpos tendidos en el piso.

Dentro de la urna, el amor contempla, divertido, la ira de los monos.

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